viernes, 16 de mayo de 2014

Apología a Cerati.

"....Sos el ángel inquieto, que sobrevuela la ciudad de la furia. Comprendemos todo, tu voz nos advierte la verdad. Tu voz más linda que nunca". -Luis Alberto Spinetta.                     

Esa mirada perpendicular, ya cansada y triste la conozco. Me recuerdan a un corazón delator, no muy a lo Edgar Allan Poe, quizás más cercano a la historia de algún perdedor, que ya esta oxidado, que tanto creyó en los mitos de las almas gemelas, y que nunca logró encontrar una pre cognición en aquella rima que duerme... Con todas las palabras, a pesar de juntar átomos de ella, para hacerla aparecer y desaparecer cuando lo precise, para hacerle el amor entre caníbales, para ser su violador de imaginación, para dormir entre sus piernas, para ocultarme entre la niebla, así para cuando el mundo enmudezca y las promesas engañen desaparecerla a un millón de años luz.

Reaccionaste con intrepidez al ataque de mi cerebro enfermo de sensualidad y metáforas, pero el ardor de tu mirada es un delator, que expone sin remedio bajo un cielo que se torna cada vez mas plomizo, mientras la luna, es un acto de estoicismo puro, perdona nuestra transgresión, no obstante, sin olvidar su cometido el día de hoy, nos invade con su luz y continua instigandonos a perpetrar ritos sagrados que no tienen un porqué pero si una finalidad: Sumergirnos en respuestas insondables que ahogan nuestra compresión del ayer, del ahora, de lo infinito. Ahora siento que no lograremos su cometido, no podemos ni siquiera pretender rozar con la punta de nuestros dedos los fundamentos mas simples que nos comprenden tanto a nosotros mismos, como al universo entero. No creas que es una apología de la locura, no podría jamas, justificar un mito, puesto que en ese caso estamos perdidos, la razón es algo de lo que carecemos tu y yo desde hace mucho. 

 A veces te odio tanto Gustavo, por escribir mi idea, mucho antes que yo, porque así como en tu mente tan psicodélica, tan viva que sigue, yo también volé sobre terrazas desiertas soñando despierto, en las horas "pico" de mis planes utópicos, en noches insomnes donde tu letra me acompaña, pero al caer el sol, allí también caí como flecha salvaje, pues ya la realidad apuntaba ese misil en mi placard a volver tarde, tarde a todo. Hay días en los que te olvido, días fríos, ásperos, si te sirve de consuelo, no sólo te olvido a ti, sino me olvido a mi, como una piedra en el agua seca por dentro, me hacen recordar que el vacío es un lugar normal, días sin rumbo, maldita sea estos huecos... Maldita seas luna roja, yo también pague placeres ciegos, yo también la vi, peligrosa y desolada burlándose de mi, de mi soledad y mi andar, en plenitud y en los momentos más nauseabundos de mi vida la he visto, allí encarnizada sobre el mar negro. Luego en silencio hay una voz que me dice que a veces hay que andar debajo de la superficie, a veces arriba, así paso meses navegando, entregado al suave aire del desierto, hasta que encuentro ese ¡Tierra a la vista!, Automáticamente se que todo volverá a ser como fue, sonrío y me abandono a la corriente de seguir soñando, seguir creciendo evidencio que nuevas forman crecen y en el camino voy conociendo rostros con furia, pero muy amigables, rostros que te recuerdan, que al igual que yo llevan tu legado, puedo jurar que encuentro una extensa armonía en aquellas conversaciones sobre tu antropología, ya que nos dejaste tanto, tanto para aplicar, apreciar e interpretar a nuestro modo que más allá de un relato sexual representado en arte, encuentro mi mantra, no te idolatro por mi egolatría, pero aprecio tomarte yo mismo como mi psicólogo, guía surrealista y maestro de la vida. "No sólo, hubiéramos sido nada sin ustedes, si no con toda la gente que estuvo a nuestro alrededor". Nuestra despedida maestro, no se cuando llegará, no se cuando me harte de tu poesía, no se cuando me termine de aturdir tu voz, dado a mi altruismo creo que será imposible desprenderme. "Gracias totales". 

Eduardo De Abreu Wolfmann.
Metafórico.