martes, 27 de octubre de 2015

Materialismo y Logos.

El concepto de evolución ha jugado un papel fundamental en la comunidad científica y en la sociedad en general, término que incluso ha llegado a formar parte del lenguaje cotidiano de muchas civilizaciones representando cambio y mejoras en cualquiera ámbito natural o social. Para comprender claramente el papel del trabajo, el lenguaje y el logos en el desarrollo evolutivo del hombre, es de suma importancia hacer un breve recuento de los antecedentes históricos y teóricos del concepto de evolución. Debemos comenzar aclarando que antes del siglo XIX, la idea de que algo superior pudiera proceder de algo inferior no estaba todavía arraigada a la comunidad científica del momento. El psicólogo español José Luis Pinillos explicó:

Semejante idea tardó mucho tiempo en imponerse, y tan sólo en el siglo pasado puede decirse que comenzó a admitirse en ciertos círculos científicos. Al hombre, como decimos, le costaba aceptar que algo (la materia) diera lo que no tenía (la vida, el pensamiento), y, en consecuencia, las primeras formulaciones de las teorías evolucionistas (Buffon, Lamarck, el mismo abuelo de Charles Darwin) fueron mal recibidas” (Pinillos, 1970)
El término evolución probablemente fue introducido por el filósofo Hebert Spencer hacia 1850 cuando formulaba sus primeras teorías generales de evolución, en las que trascendió el ámbito físico y biológico llegando a plantear incluso un evolucionismo social. Poco tiempo después, el naturalista Charles Darwin publicó en 1859 El origen de las especies, obra de carácter más científico donde planteó sus teorías sobre transformismo biológico, las cuales, otorgarían al concepto de evolución su esencial importancia en la comunidad científica posterior. Darwin explicó que la vida evolucionaba cumpliendo ciertas leyes naturales, el filósofo italiano Nicola Abbagnano resume:

Los individuos en los que se manifiestan cambios orgánicos ventajosos tienen mayores probabilidades de sobrevivir en la lucha por la vida, y en virtud del principio de herencia habrá en ellos una acentuada tendencia a heredar los caracteres accidentales a sus descendientes. Ésta es la ley de la selección natural que Darwin considera como resorte principal de la Evolucion. (Abbagnano, 2010)

Para mediados de siglo XIX e influenciados en cierta medida por las teorías evolucionistas, Karl Marx y Frierdrich Engels paralelamente habían planteado ya su concepción materialista de la historia, la cual, buscaba explicar los cambios dados en una sociedad partiendo de sus condiciones materiales. El economista austrohúngaro Eric Roll expuso:

El hombre, dice Marx, es un productor social de sus medios de subsistencia. La producción social implica ciertas relaciones sociales cuyo carácter dependerá del grado de desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. Esas relaciones sociales constituyen la estructura económica de la sociedad, sobre la cual se construye una superestructura de instituciones políticas y jurídicas, de ideas y modos de pensar, que reflejan, a fin de cuentas, la estructura económica existente. Para comprender esas instituciones e ideas en su forma existente y en sus cambios constantes, hay que estudiar la estructura econpomica que les ha dado nacimiento.  (Roll, 1942)
Básicamente, Marx planteó que las relaciones productivas son relaciones de propiedad, es decir, la sociedad se divide en clases que se definen según su posesión o no de los distintos medios de producción, por consiguiente, la estructura económica de la sociedad es el determinante fundamental de los demás fenómenos sociales.  

En este punto, habiendo expuesto muy brevemente las ideas que fundaron el evolucionismo y la concepción materialista de la historia, podemos ahora continuar con el tema central de nuestro ensayo, a saber: el papel del trabajo y la palabra en el proceso de evolución del hombre. El filósofo y colaborador de Marx, Friedrich Engels, publicó en 1876 su obra El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, en la cual, afirmó que “Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano (Engels, 1876). Según Engels, el trabajo al igual que la naturaleza constituye una fuente de riqueza llegando a ser una condicion básica y fundamental para el desarrollo de nuestras vidas, afirma que “hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre” (Engels, 1876). Basándose en caracterísiticas fisicas descritas por Darwin sobre los antepasados del hombre, Engels explica desde una perspectiva materialista el papel que ha jugado el trabajo y en lenguje en la evolución humana.

Comienza afirmando que el hecho de haber dejado los árboles y adoptado con el tiempo una posición erguida “fue el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre” (Engels, 1876). Estos pantepasados humanos poseían manos toscas capaces de realizar acciones relativamente sencillas, pero mediante la transmision hereditaria, el trabajo y la adaptación, fueron perfeccionándose y posibilitando la realización de acciones cada vez más complejas, pudiendo afirmarse que “la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él” (Engels, 1876), es decir, la mano realiza el trabajo y éste a su vez modifica la mano en el proceso. Ahora, debemos entender que la mano, órgano tomado como ejemplo, no tiene una existencia aislada o independiente, funciona más bien como pieza de una estructura o un miembro que forma parte de un organismo entero y más complejo, por consiguiente, aquello que beneficie a la mano beneficiará tambien a todo el cuerpo mediante la ley denominada por Darwin como “correlación de crecimiento”, la cual explica que las modificaciones experimentadas por ciertos cambios en determinados órganos pueden provocar cambios en la forma de otros órganos por muy complicado que sea explicar tal conexión, en palabras de Engels: “Según ésta ley, ciertas formas de las distintas partes de los seres orgánicos siempre están ligadas a determinadas formas de otras partes, que aparentemente no tienen ninguna relación con las primeras” (Engels, 1876).

A la par del desarrollo de herramientas, el mono hacía su dieta cada vez más variada, logrando con ello aportar al organismo nuevas sustancias que constribuyeron con el mejoramiento de sus cuerpos. El consumo de carne, por ejemplo, condujo a nuestros antepasados a dominar el uso del fuego y la domesticación de animales, permitiendo no sólo una mejor digestión sino una fuente de alimento más regular, y por consiguiente, seres más fuertes y adaptables a los distintos entornos. Con ciertos órganos desarrollados y con trabajos cada vez más complejos, el hombre en proceso de evolución comienza a notar las ventajas del trabajo común y la ayuda mutua, viéndose obligado a agruparse progresivamente con otros de su especie para una mayor obtención de beneficios. Tal agrupación traería consigo la necesidad de comunicarse unos con otros, contribuyendo asi con el desarrollo y perfeccionamiento del las cuerdas vocales y el oído para lograr la comunicación requerida entonces. Resumiendo en palabras de Engels: “La necesidad creó el órgano” (Engels, 1876). En este punto podemos ya comprender básicamente cómo el trabajo y la palabra articulada comprenden los dos principales estímulos que influyeron en la transformación de mono a hombre.

Con la expansión del humano por distintos territorios y climas el trabajo fue diversificándose y especializándose, aparecieron la ganadería, la agricutura, el tejido, la navegación, la metalurgia y otras actividades, nacieron también tribus, estados y naciones desarrollándose en ellas el comercio, el arte, la ciencia, el derecho, la política y la religión. Durante el desarrollo de las civilizaciones los humanos atribuyeron al cerebro una exclusiva importancia como responsable de planear el trabajo y dirigir manos ajenas para realizarlo, Engels afirma que “Los hombres se acostumbraron a explicar sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar ésta explicación en sus necesidades” (Engels, 1876). Mediante el trabajo planeado y dirigido, el humano a diferencia de otros animales es capaz de modificar o transformar la naturaleza conscientemente en función de sus deseos y necesidades, Engels explica: “Lo único que pueden hacer los animales es utilizar la naturaleza exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella. El hombre, en cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina” (Engels, 1876)

El filósofo español José Luis Ramirez a diferencia de Engels, considera no el trabajo sino el Logos como el elemento esencial responsable de la evolución humana y como herramienta que separa a los hombres de las bestias. Ramirez afirma que “El ser humano sólo puede conocer algo a través de otras cosas y sólo puede actuar sirviéndose de instrumentos o prótesis que faciliten esa operación” (Ramirez, 1999), por ello, usa la palabra herramienta para explicar que el hombre necesita un instrumento de mediación para percibir su entorno, dicho instrumento es el logos, el cual, le permite entender y organizar en sus pensamientos la información que recibe de sus sentidos, trascendiendo el ámbito del conocimiento y adquiriendo también una importancia práctica, ya que, mediante el logos el ser humano conoce lo que es bueno o conveniente y logra comunicarlo a sus semejantes, posibilitando la comunicación y el intercambio de conocimientos con fines prácticos. En palabras de Ramirez: “Se trata de una mediación o instrumentalidad simbólica que de un lado suple y reemplaza a la impresión de lo externo concreto, organizándolo conceptualmente, y de otro otorga estructura a nuestra actuación consciente” (Ramirez, 1999). Vemos entonces que el conocimiento adquiere una dimensión práctica como orientador de las acciones humanas.

El ser humano a diferencia de los animales es capaz de exteriorizar sus pensamientos mediante sonidos articulados, y aunque quiera atribuir poder comunicativo a los animales, nunca se encontrará en ellos la capacidad de reflexión, de crear nuevos significados o de jucios éticos o estéticos. Ramirez aclara que “lo que caracteriza al uso de utensilios o instrumentos por el hombre es que éstos se le hacen conscientes, siendo pensados y creados con ayuda de su capacidad racional y comunicativa” (Ramirez, 1999).

Ramirez coincide con Engels en que la mano y el lenguaje son instrumentos básicos para la la elaboración de todo tipo de herramientas, afirma que  la mano es un instrumento creador de utensilios materiales y tangibles mientras que el lenguaje es un instrumento creador de utensilios inmateriales y simbólicos, explica que “las cosas no son lo que decimos que son, pues lo que entendemos como el ser de las cosas no es más que la función que les otorgamos o los aspectos a que atendemos por su relevancia con nuestra actividad humana” (Ramirez, 1999). Estas palabras expresan la importancia del lenguaje como elemento creador y comunicativo, mediante el cual, se le atribuye significado a todo lo que nos rodea para darle sentido al mundo en función de nuestra propia humanidad, el autor explica para ser conscientes de algo debemos objetivarlo, es decir, convertirlo primero en objeto externo a la conciencia, y luego de este proceso de reificacion o cosificacion es que podemos tomar lo percibido y estudiarlo o analizarlo de forma reflexiva mediante la instropección, llegando a afirmar que “Sin conciencia no hay objeto, sin objeto no hay conciencia; aun cuando conciencia y objeto no son lo mismo” (Ramirez, 1999).  La creación del alfabeto es una clave fundamental para el origen de todas las tecnologías posteriores debido a que posibilitó la exteriorización de ideas contenidas en el pensamiento del hombre, esto explica la importancia que jugó la imprenta para el surgimiento de la Edad Moderna, ya que popularizó la lectura y escritura promoviendo con ello la alfabetización y educación de la sociedad en general.

Una vez planteada estas diferencias fundamentales entre animales y humanos, podemos también comprender que el hombre a lo largo la historia no ha dominado sólo a la naturaleza sino también a otros hombres, y a pesar de su evolucionado cerebro se le ha dificultado aprender a calcular las consecuencias sociales de sus actos, contribuyendo con la formación de clases antagónicas y prolongando el conflicto entre dominantes y dominados ignorando las posibles consecuencias sociales o naturales más remotas e indirectas, Engels aclara: “Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo buscaban el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata” (Engels, 1876). Habiendo repasado entonces las ideas fundamentales de los autores, podemos también observar que la humanidad se encuentra en un punto en el que posee los medios necesarios para resolver los problemas más impactantes y hacer posible una vida digna con un bienestar equilibrado, pero, paradójicamente, lo único que amenaza a la especie humana es el propio ser humano, ya que, a pesar de los avances tecnológicos y del desarrollo de organizaciones internacionales que supuestamente actúan por el bien común, el mundo se encuentra envuelto en una diversidad de conflictos que afectan a la sociedad global en general, todo ello mientras adaptamos nuestra vida constantemente a nuevos inventos que posiblemente aceleren nuestra extinción o prolonguen el malestar social mundial. En palabras de Ramirez: “El hombre moderno vive al mismo tiempo en el mejor y en el más peligroso de los mundos posibles” (Ramirez, 1999).

Considerando entonces la evolución como la supervivencia del más fuerte, surgen ciertas interrogantes: ¿puede hablarse de una selección natural entre humanos? Es decir, ¿Cómo se extinguirán los “débiles” y hasta qué punto vivirán los “fuertes”? ¿Se trata la evolución humana de la supervivencia de algunos o del bienestar de todos? ¿Es la evolución un a teoría cruel o hay algo en ella que no hemos comprendido? El carácter paradójico del desarrollo radica en que puede ser una herramienta de salvación pero también un mecanismo que acelera nuestra extinción, entonces, una vez comprendido esto es inevitable hacernos la gran pregunta: ¿El ser humano como especie está realmente evolucionando? Y más importante aún: ¿Podemos mejorar las condiciones sociales mundiales o nuestra extinción llegará primero?


BIBLIOGRAFÍA

Abbagnano, N. (2010). Diccionario de filosofía. Actualizado y aumentado por Giovanni Fornero. México: Fondo de Cultura Económica.
Engels, F. (1876). El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. Die Neue Zeit.
Pinillos, J. L. (1970). La mente humana. España: Salvat Editores.
Ramirez, J. L. (1999). Homo Instrumentalis: Reflexiones (no sólo pesimistas) acerca del dominio de la tecnología y de la renuncia humana a la libertad. Scripta Vetera.
Roll, E. (1942). Historia de las doctrinas económicas. México: Fondo de Cultura Económica.



Eduardo De Abreu.
Metafórico.