viernes, 25 de julio de 2014

Caracas, vamos a bailar.

Ya son 447 años arropando tu gentilicio caraqueño, de rostros mestizos, de diversos sentires. Tu fútbol, tu béisbol, el chillido del tránsito difundiendo odio a las 6 am, tus atardeceres anunciando nuestra reconciliación, pero sobre todo, tu mi cuna. 

Queda de nuestras manos buscarte solución y cultivarte en el transcurso, puedes seguir ocultando el sol en el Ávila y dormir tranquila, que en cualquier parte que este seré caraquista, caraqueño y de Caracas. Mi ciudad, mi identidad.

Eduardo De Abreu Wolfmann
Simples relatos.


viernes, 20 de junio de 2014

Trozos; de un cántaro roto.





I
Aquel loco bajito, con tres años edad;
lucia de braguetas, mirada inclinada al aire,
 despedía cada avión que topara con la vista, 
con coraza, por inercia, con lozanía, con nostalgia.
Sabia que de arriba alguien lo veía acariciando el cielo con su gesto de despedida.

ll
Succioné cada parte de tu sombra, 
Encendiendo cada gota de luz en tu pecho. 
Que me viera Darwin encontrando tanta vida oculta, 
entre tanta tierra razia, 
abandonaría las Islas de Cartago y ofuscado experimentara vida libre,
 en cada rincón oscuro de una mujer con fumadas rutinarias.

lll
El jorobado se lavo la cara con agüita del charco turbio, 
el caballo bebió de allí. 
Nunca se encontraron,
uno galopo, el animal se retorció,
¡Bendita suerte del alba!
Anuncio, algún Lázaro del presente. 

IV
Las cartas jugaron a los hombres,
monopolizaron un azar con pipa y sombrero medio lado.
-¿Con cuantos pares de hombres infelices me llevo el poker?
-Con los que en las espaldas lleven cicatrices, cicatrices de alguna mujer que cuando conocieron, de uñas carecía.

V
Dormía mimosas al son del Ukelele,
el León no la mordía a pesar de acariciarlo mientras comía,
rompió el mito de los panes y peces,
se desvaneció entre el polvo de arena que vi desde la cabina de algún campesino,
que al infierno me llevo,
¿Infierno?, 
no como el que Dante narraba, 
era lo profano del no seremos,
eran las cadenas que no desprendí al andar,
era el letrero que de lejos anunciaba y al ritmo de la murga despedía a Mendoza
¡Bienvenidos a Santiago de Chile!

IV
En cada esquina, cada amanecer, cada colchón.
Yo te violo y tu agregas nuevas formas a mi imaginación,
yo te acaricio y tu me haces brotar en cada erupción literaria,
te beso y tu me inspiras.
¡Ay, maldita musa!,
odio las noches en las que Morfeo me duerme en sus brazos
posición inerte con ojos cerrados,
no me alcanza hacerte el amor, 
tu tan noctambula siempre terminas en lo mismo,
robándome la billetera y un poema nunca elaborado.
Luego te vas y cuando el sol anuncia el olor barato de mañana, 
reprocho...


¿Que idiota te hizo el amor esta madrugada?.


Eduardo De Abreu.





viernes, 16 de mayo de 2014

Apología a Cerati.

"....Sos el ángel inquieto, que sobrevuela la ciudad de la furia. Comprendemos todo, tu voz nos advierte la verdad. Tu voz más linda que nunca". -Luis Alberto Spinetta.                     

Esa mirada perpendicular, ya cansada y triste la conozco. Me recuerdan a un corazón delator, no muy a lo Edgar Allan Poe, quizás más cercano a la historia de algún perdedor, que ya esta oxidado, que tanto creyó en los mitos de las almas gemelas, y que nunca logró encontrar una pre cognición en aquella rima que duerme... Con todas las palabras, a pesar de juntar átomos de ella, para hacerla aparecer y desaparecer cuando lo precise, para hacerle el amor entre caníbales, para ser su violador de imaginación, para dormir entre sus piernas, para ocultarme entre la niebla, así para cuando el mundo enmudezca y las promesas engañen desaparecerla a un millón de años luz.

Reaccionaste con intrepidez al ataque de mi cerebro enfermo de sensualidad y metáforas, pero el ardor de tu mirada es un delator, que expone sin remedio bajo un cielo que se torna cada vez mas plomizo, mientras la luna, es un acto de estoicismo puro, perdona nuestra transgresión, no obstante, sin olvidar su cometido el día de hoy, nos invade con su luz y continua instigandonos a perpetrar ritos sagrados que no tienen un porqué pero si una finalidad: Sumergirnos en respuestas insondables que ahogan nuestra compresión del ayer, del ahora, de lo infinito. Ahora siento que no lograremos su cometido, no podemos ni siquiera pretender rozar con la punta de nuestros dedos los fundamentos mas simples que nos comprenden tanto a nosotros mismos, como al universo entero. No creas que es una apología de la locura, no podría jamas, justificar un mito, puesto que en ese caso estamos perdidos, la razón es algo de lo que carecemos tu y yo desde hace mucho. 

 A veces te odio tanto Gustavo, por escribir mi idea, mucho antes que yo, porque así como en tu mente tan psicodélica, tan viva que sigue, yo también volé sobre terrazas desiertas soñando despierto, en las horas "pico" de mis planes utópicos, en noches insomnes donde tu letra me acompaña, pero al caer el sol, allí también caí como flecha salvaje, pues ya la realidad apuntaba ese misil en mi placard a volver tarde, tarde a todo. Hay días en los que te olvido, días fríos, ásperos, si te sirve de consuelo, no sólo te olvido a ti, sino me olvido a mi, como una piedra en el agua seca por dentro, me hacen recordar que el vacío es un lugar normal, días sin rumbo, maldita sea estos huecos... Maldita seas luna roja, yo también pague placeres ciegos, yo también la vi, peligrosa y desolada burlándose de mi, de mi soledad y mi andar, en plenitud y en los momentos más nauseabundos de mi vida la he visto, allí encarnizada sobre el mar negro. Luego en silencio hay una voz que me dice que a veces hay que andar debajo de la superficie, a veces arriba, así paso meses navegando, entregado al suave aire del desierto, hasta que encuentro ese ¡Tierra a la vista!, Automáticamente se que todo volverá a ser como fue, sonrío y me abandono a la corriente de seguir soñando, seguir creciendo evidencio que nuevas forman crecen y en el camino voy conociendo rostros con furia, pero muy amigables, rostros que te recuerdan, que al igual que yo llevan tu legado, puedo jurar que encuentro una extensa armonía en aquellas conversaciones sobre tu antropología, ya que nos dejaste tanto, tanto para aplicar, apreciar e interpretar a nuestro modo que más allá de un relato sexual representado en arte, encuentro mi mantra, no te idolatro por mi egolatría, pero aprecio tomarte yo mismo como mi psicólogo, guía surrealista y maestro de la vida. "No sólo, hubiéramos sido nada sin ustedes, si no con toda la gente que estuvo a nuestro alrededor". Nuestra despedida maestro, no se cuando llegará, no se cuando me harte de tu poesía, no se cuando me termine de aturdir tu voz, dado a mi altruismo creo que será imposible desprenderme. "Gracias totales". 

Eduardo De Abreu Wolfmann.
Metafórico. 

martes, 15 de abril de 2014

Olé.

“Huevos es soportar un país en las piernas, sin que tiemblen”.

Emprendiendo un viaje mental, en cada pueblo, villa, country, barrio y urbanización hacia el único hogar del que somos bienvenidos y rechazados, despectivos y nobles. Es decir, nuestro adverso globo terráqueo, encuentro frases que ya he escuchado antes, se me hace familiar aquel grito narrado en diferentes idiomas: ¡Tor! Gritan con frialdad cerca de aquel rió áspero y turbio de Augsburgo, ¡But! Que la clavo un niño de doce años de edad, tosco con los pies, pero ya muy prematuro en el juego aéreo, en las cercanías de Marsella, ¡Goal! Por parte del equipo femenino de Seattle, sonrisas de esencia rubia y de a poco ya sueñan con formar parte de esa selección que representara su país en un mundial, ¡Gol! ¿Gol? Así es como lo gritamos de dónde vengo, donde en el potrero no nos interesa tu estrato social, solo que la toques de primera, donde no nos interesa el rango de tu apellido, solo tu dorsal, donde compartimos nuestros problemas personales y allí los despejamos con euforia y frustración.

Torno a los ideales de algunos próceres fútboleros, nos inspiramos. No nos interesa su peinado, no nos interesa sus tacos nuevos, no nos interesa su estética, nos interesa su lucha, lo que le otorgan al fútbol y así mismo a la vida, nos interesa su pasión y su alma.

Dr. Sócrates, tu que contribuiste a la democracia de tu país, aquella democracia Corinthiana que el mundo ignora. Jugando con brazaletes amarillos, en contra de la dictadura que sufría Brasil, demostrando firmeza al compromiso social que llego a cada persona, otorgando el derecho a voto a cada habitante de Brasil.  

Ejercito zapatista, ustedes jugando al fútbol, sin condiciones, sin infraestructura, sin patrocinio, sin lujo, solo con un ideal apartado de la lucha de armada y la trinchera, y es brindar la fiesta a su pequeña comunidad, tan autogestionaria, tan autónoma, tan rebelde.

Didier Drogba, tu que conoces desde muy chico, las guerras civiles que devastaron tu país y aun así, al dar al salto de profesional, nunca te desprendiste de esa realidad. Así fue como el exjugador del Chelsea fue capaz de, en el momento de mayor euforia cuando su vestuario celebraba la clasificación para el Mundial del 2006, coger el micrófono y, a través de la televisión, dirigirse de este modo a su país: “Ciudadanos de Costa de Marfil, les pedimos de rodillas que nos perdonen unos a los otros. Un gran pais como el nuestro no puede rendirse al caos. Dejemos nuestras armas y organicemos unas elecciones libres". Su país llevaba entonces tres años de guerra civil. Meses más tarde, por iniciativa de Drogba, se jugó un partido en el territorio insurgente de Bouaké. Ministros y líderes rebeldes cantaron juntos el himno nacional. Ese gesto de paz y unificación no ha sido igualado aún por ningún político del país.  

Doctor Guillermo Valentiner, tu que creíste en el fútbol de mi país y compraste ese club, ese club tan insignificante que de a poco se convirtió en el club de mis amores, promoviendo tanto talento en tu cantera, cosechando tantos sueños y saltos al extranjero, construyendo una institución en las afueras de un barrio caliente, como es la Cota 905, pudiendo si se quisiese construirlo en un gran country del este, pero sabias que las oportunidades se podían cultivar a quien más la merece y necesita.

Mencionando hombres que con los tacos bien puestos, dieron lugar a un mejor momento en el mundo, unos héroes que quedaran in memoriam de quien realmente ama el mejor deporte del mundo. Quedan más personas y sobre todo, momentos y anécdotas que compartir a este dichoso elemento, llamado fútbol, que tanto me alimenta el alma. 

Eduardo De Abreu Wolfmann.

En pro a la humanidad.

                                                         

viernes, 4 de abril de 2014

"Chulo" Vargas.

Tu, Julio Vargas, sombrero de paja y chimú llanero en los dientes. 

Para ti, ser de la nada, que te pegaste "rolitranco" de borrachera a base de Cucuy y esos cigarrillos Cónsul que saben a mierda. 

Es a ti poeta de Sanare, que de chulo te tildan tus amigos, pero sin saber el valioso abrigo que emite tu nobleza. Tu que ordeñas la miseria cafetalera que devasto el gobierno y tus manos desgastadas son la prueba del optimismo que aún existe, aunque en la mente de tantos, dicho optimismo vaya de "downhill". 

Es para ti, que vas desde Quibor hasta Bocono cantando tus canciones que no le gustan a nadie, sin saber que tus cantos del alma, a los Camorucos has de rociar con tenue misericordia.  

Tu, Julio Vargas, machista buena vibra, poeta de la mala vida, presentándome la hospitalidad de la tierra guara en ese corto trayecto de mi viaje e inundando mi libreta con tantos apuntes desde tu esencia.

 Así es, chulo Vargas, ganándote el Nobel de la literatura campesina con tus citas cafetaleras y tus amores vagabundos de cada pueblo. Así que tu chulo Vargas, no morirás jamás a pesar de tus 68 años de edad y tus pésimas condiciones de salud, porque aquí te tatúo en este relato, como el poeta guaro más prestigioso del siglo XVI, larga vida y así como dices "Pa' lo yermo, matayerma". Fue un placer. 

Esto no es alma llanera, esto es poesía para los olvidados, para los que viven y nunca morirán, pero dado a la banalidad que se respira en la ciudad, nunca conocerán.

Eduardo De Abreu Wolfmann.
En pro a la humanidad. 

lunes, 10 de marzo de 2014

Desde ti.

Quiero ver auroras boreales, meciéndome en cualquier chinchorro que Helsinki me permita, en cualquier tarde desmantelada, con cigarrillos en mis sienes violentas, pero siempre meciéndome.

Quizás en algún rincón de Vietnam, una aurora boreal "In memoriam" de un populoso pisoteado, teñiendo un nuevo amanecer de sonrisas y cantares de niños con globos después de una tormenta. 

Quiero ver auroras boreales, de noche frente al mar, no me perdería tal reflejo entre las olas, recordando hombres rojos y azules que ordeñan en redes la marea, cosechando sus frutos en cardumen.

Quiero ver auroras boreales, para contarlas en un futuro con mis nietos, promover su paz interior de tal paisaje humano donde solo podría comparar tal acontecimiento en llegar a verlos dormir entre mis brazos.

Quiero ver auroras boreales, en Abril, en nombre de aquellas quienes robaron la primavera de mis días, con su contrariedad fortalecieron a un tenue corazón, alzo mi mano y en el preciso momento en que aquellas eyecciones solares choquen de lleno con la magnetosfera, beberé aquel vino en su nombre. 

Quiero ver autoras boreales, junto a un turpial recostado en mi hombro derecho, que con su cantar me informe de las buenas noticias que no transmite la TV, ni los diarios.

Quiero ver auroras boreales, entre mundos imaginarios, andromedas de profiterol y oriones de tiza, estimulando mi propio surrealismo y trazando limites infinitos, donde pose mi alma silbando en honor a la vieja inocencia y la presente inseguridad de mi ser.

Quiero ver auroras boreales, entre tantos colores, quiero ver auroras boreales de acordes menores, quiero ver auroras boreales en cielos remotos, pero sobre todo, quiero ver auroras boreales desde ti (ojos de papel).


Eduardo De Abreu Wolfmann.
Simples Relatos.  


jueves, 27 de febrero de 2014

Interviú, entre Blues.

Entre Blues y un litro de Ajenjo, tres y quince de la mañana.     

 -Entre Blues se originó mi alma. Con Clapton me enamore de Layla y junto a Waters derribe aquel muro, ¿No fue el Blues aquel repertorio, tan sacro y puro que tanto estimulo en el Olimpo?.   

 -Algún día lograre salvarte de tu encierro quimérico, Wolfmann. El Blues sólo es participe en lo más recóndito de mi morbosidad. ¡Oh querido Blues!, como no apreciarte entre tantos polvos, entre tu sonata afrodisíaca me elevo a tal exorcismo de andrógenos y he allí donde crujen las paredes.

 -¿Y me dices loco?. Querido Mr Cincuenta y cuatro, fue entre Blues que le hice el amor de las mil maneras a Layla, ¡Y más perverso aún!, lo hice entre canciones y palabras de George Harrison, es que me enciendo en llamas con recordar que era sólo mi nombre, interpretado en gemidos, el que entraba en su juicio y no paraba de mencionar.  

 -Cada día detesto pensar que tu solución está de cabeza al internado. Wolfmann extraño aquella inocente época, tu sentido hermeneuta, tus date cuenta y tus búsquedas entre piedras. Me lástima tu decadencia interna.     

 -Brindemos por aquella época, brindemos de pie y entre carcajadas por mi decadencia interna, pero sin nunca olvidar la complicada faceta en que se han vuelto escasas mis lágrimas. Causa y efecto. Así que no debes juzgarme Mr Cincuenta y cuatro, cuando me asome y desprendí mi vuelo, no era luna llena, era luna roja. ¡Salud! Eterno compañero. 

Eduardo De Abreu Wolfmann.

Simples Relatos.